Piedras Amarillas (José Mallorquí)

 




Nº 8 de la colección "Jibaro"





Segunda novela de la etapa argumental como millonario de Jibaro. Aquí nos lo encontramos, acompañado del que ya parece inseparable amigo de esta etapa, Doc MacLaw, viajando en uno de esos barcos tan peculiares que surcaban el Misisipi, la portada lo refleja perfectamente, y manteniendo una especie de competición de apuestas y besos con una guapa chica, dueña de una casa de juegos (Marina La Paz, apodada "La Reina del Póker") que me resulta un poco absurda, la verdad. Como absurdo es que toda mujer que se cruce con el protagonista se enamore de él. Por su parte, el rompecorazones de Jibaro parece que ya no odia a las mujeres, al contrario, las besa apasionadamente siempre que puede y hasta se las cepilla, como hace con esta Marina. Por supuesto, esto ultimo sugerido de forma muy delicada, como mandan las reglas en la casta e hipócrita época de publicación de esta novela. Eso no quiere decir que Jibaro se vaya a enamorar, porque este hombre no se enamora ni a la de tres. Si bien, le gusta darle alegría al cuerpo siempre que se le presenta la ocasión, él dice que no está hecho para atarse  y quiere mantener su libertad...El argumento mejora bastante cuando, por una rebelión de los sioux, se ven obligados a desembarcar en un fuerte que posteriormente será sitiado. Se nos cuenta la lucha contra los indios, incluida una emocionante batalla/carnicería a lo Custer en Little Bighorn, con la habitual habilidad literaria del autor. Sobre esta batalla, por lo visto inventada por el autor, como en otras ocasiones, parece que Mallorquí quiere hacer creer al lector que son hechos verídicos. Hasta se inventa un pintor, un tal Olier, y un cuadro que nunca existió que reflejó la escena final de la batalla...Y esto lo suelta el hombre tan convincentemente que hasta un servidor ha tenido que consultar a la inteligencia artificial para confirmar que ni pintor, cuadro y, seguramente, batalla, existieron jamás. Me imagino que el lector de la época, que no disponía de medios como hoy en día para confirmar los datos, se lo tragaría todo e incluso pensaría que le gustaría ver el cuadro en cuestión, del que hasta tiene la osadía el bueno de Mallorquí de mencionar el lugar donde está expuesto. 
En definitiva, me ha parecido un buena novela que, superado el principio con el chirriante jueguecito de las apuestas y los besos de Jibaro y la dama, va a mejor y resulta una lectura llena de acción y aventura emocionante.

"El coronel Warren"
Aquí tenemos al cuadro inexistente de un pintor inexistente de la novela de Mallorquí




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