Profesional del crimen (Adam Surray)
Autor; Adam Surray (José López García)
Año: 1975
Nº 709 de colección "Punto Rojo" (Bruguera)
El asesino a sueldo George Davenport piensa que le van a encargar un nuevo asesinato, pero descubre que su "cliente" quiere que cometa cinco, muy bien pagados, eso si. Las victimas son cinco chicas, trabajadores suyas en sus sucios negocios, que sabe van a declarar contra él en un juicio. Davenport, junto con su inseparable y eficiente compañera Sheila, se pone manos a la obra en la difícil misión...
OPINIÓN
(AVISO, CONTIENE SPOILERS)
Al principio de la novela uno se teme que estamos ante el típico argumento del policía o investigador que se hace pasar por el delincuente de turno para cazar a los malos de turno. Pero conforme avanza la novela te das cuenta de que no, él asesino, que junto con su compañera de fechorías son los protagonistas de la función, es despiadado y vemos como comete sus crímenes con total sangre fría, además de que los diálogos con su compañera y las situaciones en que se ve envuelto también descartan la temida salida argumental del "bueno" que se hace pasar por malo...Y una vez te das cuenta de esto, devoras la novela con la satisfacción y el aliciente de estar leyendo algo distinto, donde los malos son los protagonista, preguntándote si al final se saldrán con la suya y matarán a todas las chicas o serán cazados en el ultimo momento...Y llegamos al último capítulo, y con incredulidad descubrimos que el señor López García insulta al lector de la forma más despiadada. Casi como el "asesino", que en realidad no lo es. Si, amigos, resulta que la pareja protagonista eran agentes del FBI que han suplantado a los verdaderos asesinos y toda la novela era una farsa con falsos asesinatos y situaciones preparadas. Aunque el autor intenta explicar algunas de las muchas incongruencias que este desenlace final crea a lo largo de la novela, como por ejemplo, los diálogos en privado de la pareja de "asesinos", ni que decir tiene que no lo consigue, y toda la novela queda como una tomadura de pelo indecente donde el autor a tratado al lector de estúpido. No recuerdo ningún otro bolsilibro al que le haya dado tan a gusto un merecido pulgar hacía abajo.
"Empujó la puerta. Muy poco. Solo lo necesario para extender su enguantada diestra. Con el dedo índice curvado sobre el gatillo..."
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